Otros ayuntamientos –no sólo de Cataluña– actúan solapadamente de la misma manera que el de Vic. El problema es agudo y de muy difícil solución. Le Pen, el dirigente de la ultraderecha francesa, no llena sus cestas de votos en los barrios ricos, elegantes y conservadores. Lo hace en la periferia de las grandes ciudades donde convive la clase media-baja francesa con la inmigración africana. El buenismo de «papeles para todos» tenía que convertirse en el «boomerang» de la estulta demagogia. Pero la ley hay que acatarla y cumplirla.
miércoles, 20 de enero de 2010
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