Hemos estado cayendo desde hace mucho en la siguiente trampa: la tolerancia solía significar que uno estaba dispuesto a respetar comportamientos que uno considera objetables. Luego pasó a significar no juzgar para nada esos comportamientos o, mejor aún, aceptarlos. Ahora, se ha pasado a tener que festejarlos.
Si eso es lo que se exige para ser parte de la élite iluminada, entonces me quedo con las masas ignorantes que están dispuestas a tratar a los musulmanes como iguales y con respeto pero que no están de acuerdo con aquellos para quienes doblegarse culturalmente se ha convertido en un acto reflejo.
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