Admito que el romántico fue un estilo fecundo. Poderoso y creativo. Dio al mundo una cosecha de canciones, preludios y paisajes, pero trajo también morbos confusos, y duelos, y camelias, y una pólvora fina, alimento de oscuros homenajes.
Se esfumó, como un cuervo que saliera volando, y se dejó engullir por el realismo. A ver si aquí en España damos el mismo paso. Si vamos de lo abstracto a lo concreto. Ya nos dijo Machado que el arte importa poco, y navega a merced de la marea, pero en la vida real y cotidiana, la que fluye entre días y trabajos, hay sueños que conducen al abismo.
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