En la crisis presente, en la que la ineficacia de Fomento ha requerido la intervención del Ejército, sería razonable la dimisión del titular de la cartera que, instalado en la astucia del ya veremos, da manotazos totalitarios para reparar unos daños a los que su departamento no es ajeno.
En ese inquietante barullo no se debe pasar por alto que el líder de la oposición, víctima en Lanzarote del desbarajuste aéreo, limitara su reacción a la de un viajero contrariado. En esa circunstancia y en su posición no basta con señalar la responsabilidad del Gobierno. Cabe exigir un plus de discurso y un apunte de solución que le jerarquice y sirva de pedestal en su propósito gobernante.
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