No hay nada más peligroso para un país que los que tiene alrededor, y cualquier ciego vería que Marruecos, una teocracia que no respeta los derechos humanos, es el vecino del que tenemos que preocuparnos. Además, nuestras obligaciones para con los saharauis, que no con el Polisario, nos obligan a un enfrentamiento permanente con el reino alauita. Su avezada diplomacia nos ha chantajeado con todo: derechos de pesca, emigración, narcotráfico, presión sobre Ceuta y Melilla; así nos ha neutralizado mientras cultivaba sus relaciones con Estados Unidos y Francia. Se ha salido con la suya en casi todo durante las últimas décadas exceptuando Perejil, un episodio del que, naturalmente, se carcajean los mismos progres que se desgañitan por el Sahara.
viernes, 3 de diciembre de 2010
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