lunes, 10 de enero de 2011

¿Libertad? ¿Para qué?


Escribe
José García Domínguez en Libertad (¡vaya por Dios!) Digital: "solo aquí cabría inferir que Locke compuso los Dos ensayos sobre el gobierno civil con tal de que la tropa pudiese exhalar alquitrán impunemente en tascas, ventorros y tabernas." Así como también: "Otro Johnson no menos lúcido, Paul, certifica a su vez que los adictos rehúsan admitir que el fumar, como pasear a los canes, es por su propia naturaleza algo que ha de hacerse al aire libre."

Comencemos por el final. Si fumar es algo que ha de hacerse al aire libre, ¿por qué se prohibe en tantos lugares, como, por ejemplo, las inmediaciones de colegios y hospitales? Me parece bien que no se permita fumar dentro, pero fuera... Con esta ley se conseguirá que no haya fumadores en las puertas de los colegios, pero seguro que los camellos seguirán estando presentes. Salvo que les dé por fumar, por supuesto.

Le molesta al señor Domínguez que "la tropa" pueda fumar en bares y restaurantes (¿"impunemente"? Tres cuartas partes del precio del tabaco, para el Estado. ¿Le parecerá poca penalización?), y es aquí donde está lo peor de esta ley. Tanto derecho tiene el que quiere comer sin humos, como el que quiere fumar después de comer. O tomándose un café o una copa. Y la mejor solución es que se permita a los propietarios decidir si en sus negocios se fuma o no se fuma. Y los clientes elegirían dónde entrar y todos tan contentos. Pero no... "Aquí" lo que nos va es imponer nuestro criterio y si para ello se ha de fastidiar media España (o la porción que sea), pues que se fastidie.

"Hasta los mesoneros más patibularios de su tiempo forzaban a los fumadores a segregarse en un banco a la intemperie. El lugar que les corresponde, por lo demás." Por lo que se ve, también es el lugar que les corresponde a la libertad y al sentido común en estos tiempos.

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