lunes, 30 de mayo de 2011

Adiós, Carmeta, adiós

César Vidal en La Razón

Por estrambótico y extravagante que ahora pueda parecernos todo su itinerario político, Carme Chacón ha logrado simbolizar como muy pocos esa monstruosidad que ha sido el zapaterismo. Se ha dicho maliciosamente que Carme Chacón se ha apoyado – y Dios le conserve la dicha conyugal muchos años– en uno de esos personajes a los que un antiguo director de informativos de Franco trasmutado en felipista llamó «visitadores de la Moncloa». No creo que ese juicio sea justo. Carme Chacón ha medrado a la sombra de un personaje que ha aniquilado una de las economías más prósperas del mundo y que insiste en tener un puesto de honor en la Historia porque metió a codazos en el código civil el matrimonio de homosexuales. Bajo ZP, se ha podido ocultar impunemente la incompetencia más rampante tras el disparate de que se considerara que ser mujer o catalana era un plus para asumir las riendas del poder. Que los ciudadanos exigieran que además supiera algo de su negociado siempre podía ser rechazado como objeciones basadas en el machismo o en el centralismo. Rodeada de políticos de la talla de Blanco, Leire Pajín, Salgado o el mismísimo ZP no resulta extraño que ambicionara llegar a presidenta del Gobierno. Ahora ha sido arrojada al vacío aunque continúe siendo la titular de un ministerio donde no se puede decir que estén entusiasmados con su gestión. Sé que algunos piensan que se trata de un «todavía no», pero en un PSOE empeñado en purgar por su propio bien hasta el último residuo del zapaterismo, lo más seguro es que se trate de un «final definitivo». Carme es sólo una baja colateral de esa guerra que, a diferencia de la de Afganistán, ha reconocido que existe. Adiós, Carmeta, adiós.

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