Antonio Burgos en ABC
De ocurrir en España, lo de Strauss-Kahn no habría pasado, para ventura del euro y del FMI. Aunque el francés hubiese querido que una camarera del Ritz o del Palace le hiciera el ídem, se hubiera aplicado no la Ley Corcuera, que es una patada en la puerta, sino la Doctrina Corcuera, que es el «usted no sabe quién soy yo».
miércoles, 18 de mayo de 2011
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