miércoles, 27 de octubre de 2010

Amamos tanto a Cuba

Gabriel Albiac en ABC

Nada cambia. O sí: cambia la fotogenia. Machos, puro y mulata ya no venden. Ya no hay Tropicana, ni compadreo exhibicionista con el déspota. Todo ha de suceder ahora en la elegante discreción de los recónditos gabinetes de Bruselas. Nada de salsa. Hilo musical, si acaso: convencional y hortera, como conviene a esa fauna de nuevos ricos que deciden sobre nuestras vidas y sobre las de quienes se pudren en las cárceles cubanas, en la cárcel colectiva que es la isla. Todo ha cambiado. Todo es tan idéntico: la misma fascinación, aquí, por un rancio dictador apolillado. La bestialidad tiene un no se sabe qué de seductor para las gentes pusilánimes. Y para los políticos. Solo el franquismo amó a Castro más que el PSOE. Pero el cieno es el mismo, igual la sangre. No importa. Lo que importa a esta gente es sólo que no les salpique la ropa.

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