jueves, 13 de enero de 2011

La desvergüenza habitacional

César Vidal en La Razón

Durante décadas, los ayuntamientos han torpedeado la liberalización del suelo, lo que ha tenido como consecuencia directa que el precio de éste subiera descontrolado, que no pocos políticos se hayan llenado bolsillos y maletines y que la vivienda, bien de primera necesidad, se haya convertido en inasequible para millones de españoles. Únicamente hubo un intento en la dirección de corregir semejante abuso y tuvo lugar en la época de Aznar, pero en esa ocasión, la nefasta alianza del PSOE y del nacionalismo catalán permitió que el Tribunal Constitucional decidiera que el Gobierno nacional no podía liberalizar el suelo y lograr la rebaja del precio de la vivienda, porque el suelo tenía que estar en manos de los gobiernos autonómicos y, en especial, de esa Cataluña que ya acumula el 38% de la deuda de las comunidades autónomas. Tras aquella sentencia, ni siquiera el PP se atrevió a impulsar por segunda vez la indispensable batalla de la liberalización del suelo y los resultados son obvios. Para beneficio de la casta política, los españoles pagan por el chamizo mayor o menor donde tienen que dar por sus huesos cada noche una cantidad que supera con mucho lo razonable y que, pasados aquellos tiempos en que se entregaba una módica entrega y se firmaban letras, les obliga a entregar a cualquier entidad crediticia el doble del ya astronómico precio de cada inmueble. No está mal, no, porque, como tantos otros abusos de la casta política –desmadre autonómico, privilegios de legisladores, liberados sindicales, subvenciones diversas…– este comportamiento ha contribuido y contribuye no poco al desastre económico e institucional en que nos hallamos metidos (nunca mejor dicho) hasta las cejas. Desvergüenza habitacional creo que lo llaman.

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