jueves, 13 de enero de 2011

Los nuevos brigadistas

Rafael Martínez-Simancas en ABC

El cigarrillo electrónico no es cigarro, pero se le parece. Es lo mismo que le pasa a Pajín cuando quiere ser liberal; no lo es, pero ella cree que lo parece. Los cigarrillos electrónicos son tan ridículos como esas escopetas con tapón en la punta que se vendían en las ferias. Pero ya se sabe lo que pasa con las ideas tontas, basta con que alguien las ponga de moda para que luego el personal haga cola en las tiendas. También Pajín creía en las bondades de la pulsera magnética y dicen los científicos que si está de Dios que te tienes que caer, al suelo que vas. Esos cigarrillos electrónicos son chupetes para adultos. Sólo por acabar con un cacharro de esos entre los dedos es mejor no iniciarse en el «fumeque», madre de todos los vicios.

Para ayudar a que no ceje la voluntad del fumador y a que no se vuelva a hábitos funestos de su pretérito imperfecto, Sanidad anuncia que contratará nuevos inspectores que multen a tutiplén, serán una brigada de la colilla que irá por los bares oliéndole el aliento a la muchedumbre. Eche usted el resuello al señor inspector en la cara y tenga cuidado no le asome una hebra de tabaco en el jardín de los bronquios. A partir de ahora el que tosa tendrá que justificar que ha sido con el hueso de una aceituna o se verá ante una severa inspección sanitaria. El problema puede generarse cuándo deje de haber bares que permitan saltarse la normativa. A partir de ese momento tendremos a una brigadilla formada, instruida, pero aburrida como una ostra. Bien podrían reconvertirse en charladores de café, comadres del vermouth, unos tipos que entran en el bar y dan conversación a los clientes.

Esa brigadilla podría servir igual para narrar los últimos éxitos del Gobierno que para contar por dónde se pasa Zapatero la negociación con los sindicatos. Pero tendrían un gran éxito social si contaran lo de Shakira y Piqué. Cuidemos del interés general a la vez que corregimos los malos hábitos.

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