Gabriel Albiac en ABC
Como todos los de mi edad, los que entramos en la edad de hombre con la primavera del 68, muchos años he vivido, sin saberlo, encerrado en el hermético sucedáneo de una religión: la esperanza política del revolucionario, el sueño perseverante de otro mundo menos hosco que éste de cada día. Pero «esperanza» es virtud teológica. Sólo la cercanía de la vejez me ha hecho atisbar el autoengaño. Nada salva. A nadie. En cuanto a la política, tiene razón Pascal: la política es manicomial y siempre condena: a ser malo, a ser necio, a vivir de ser malo y de ser necio. Es ahora el tiempo, desolado y lúcido de la tercera lección de Pascal en Vaumurier.
jueves, 13 de enero de 2011
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