Juan Manuel de Prada en ABC
Aquella vieja Europa que invocaba Juan Pablo II ha apagado su faro civilizador; y el único «estímulo de progreso» que la mueve es un frenesí suicida de autodestrucción, propio de las organizaciones humanas agotadas. La desesperación pagana —con su bullanga de alegrías marchitas— se ha infiltrado en sus órganos vitales, como una gangrena que niega el legado cristiano, que es tanto como negar su propia identidad.
sábado, 6 de noviembre de 2010
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