lunes, 29 de noviembre de 2010

Garabandal

Juan Manuel de Prada en ABC

Ante nuestros ojos, vemos la pudrición lenta pero inexorable de unos personajes que prefirieron achacar a superchería de unas pobres niñas casi analfabetas las apariciones de Garabandal: vemos a Visita, la protagonista del libro, enfangada en turbiedades adulterinas; vemos el seminario de la ciudad convertido en un despojo; vemos a los curas de la ciudad desensotanados y entregados a «encicliquerías» y filosofismos theilardianos de baja estofa, cuando no a ensoñaciones poco castas; vemos el veneno del fariseísmo infiltrándose, cual humito de Satanás, en el corazón endurecido de las jerarquías; vemos a los pocos fieles y perseverantes desacreditados y escarnecidos, con sus devociones relegadas a la categoría de religiosidad lumpen. Enrique Álvarez ha escrito una novela conmovedora, aflictiva, de una delicadeza y una penetración humana acaso excesivas para nuestra época; tan excesivas, por cierto, como aquellas palabras que la Virgen trasladó a unas pobres niñas casi analfabetas, en un pinar de Garabandal.

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