César Vidal en La Razón
Nacido de la robusta tradición democrática de los puritanos ingleses y de los Padres fundadores, el actual Tea Party tiene un mensaje sencillo y contundente. Primero, los políticos tienen que responder ante los que los eligieron y no pueden convertirse en una casta aparte que no de cuentas a nadie de sus acciones; segundo, los políticos tienen que responsabilizarse hasta del último céntimo que gastan, porque ese dinero no es suyo sino de los ciudadanos que pagan impuestos y tercero, los políticos no tienen derecho alguno a seguir aumentando el gasto público y a subir los impuestos sin que carguen con las consecuencias de sus actos. Que ideas tan sencillas formen parte del código genético de la nación norteamericana explica su éxito histórico y también la creciente impopularidad de Obama y su aplastante derrota esta semana. En España, esa casta privilegiada que vive de nuestros impuestos –y que va de los titiricejas a los políticos pasados por los liberados sindicales– no ha dudado en distanciarse de un movimiento popular dirigido fundamentalmente contra los parásitos de la política. Es lógico que lo haga, por ejemplo, Ruiz-Gallardón, porque con un sistema de listas abiertas no saldría elegido jamás ni para concejal de una pedanía y, por añadidura, con unos valores como los del Tea Party convertidos en ley estaría entre rejas por haber endeudado Madrid como lo ha hecho a pesar de triplicar, por ejemplo, el impuesto sobre la vivienda.
lunes, 8 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario